Ávila, ciudad fortificada
No hace falta entrar en la ciudad de Ávila para saber que te va a encantar. Ya desde la carretera se puede intuir que en sus calles se respirará un ambiente que te llevará hasta épocas medievales. Las murallas de Ávila son las encargadas de poner en situación al visitante, son su carta de presentación dando la bienvenida majestuosas y altivas.
Como habrás podido deducir uno de los iconos de la ciudad son las murallas del siglo XI, cuya construcción se inicio a instancia del rey Alfonso VI de Castilla. Según la historiografía tradicional se tardó nueve años en construirlas pero muchos investigadores no han visto creíble la construcción en tan poco tiempo por lo que abogan por la teoría de que ya existía algún resto de muralla romana. De hecho, algunas piedras de la época romana pueden verse en los muros.
Ocupan un perímetro de más de dos kilómetros alrededor de la ciudad, tienen 88 torreones y 9 puertas. Sus muros tienen 3 metros de grosor y hasta doce metros de altura ya que según la zona se aprovechó el desnivel del terreno para su construcción. Pueden presumir de ser las mejor conservadas de España. Las dos puertas de acceso más populares son la del Alcázar y la de San Vicente. Pueden disfrutarse o bien caminando por su parte exterior o bien pagando una entrada de 4 euros (que merece la pena) y caminar por su adarve, el camino de ronda. Desde allí tendrás vistas preciosas de la ciudad.
Sin embargo, la ciudad no recibió la consideración de Patrimonio de la Humanidad sólo por sus murallas sino también por sus iglesias y su casco antiguo. Así que si quieres comprobar la belleza de su ciudad tendrás que hacer un recorrido entre sus callejuelas y por supuesto probar uno de sus platos típicos en sus restaurantes. Eso sí, abrígate si vas en los meses de otoño-invierno porque hace un frío que pela.
Vía | Muralla de Ávila
Foto | Flickr-Allan Reyes