El Palacio Sumergido y otras cisternas de Estambul
Nos remontamos a cuando a Estambul, la capital de Turquía, se la conocía como Constantinopla. En aquella época, la amenaza sobre la ciudad era constante, por lo que existía el miedo a que destruyeran los acueductos y se cortara así el suministro de agua, dejando a la gran ciudad y a su gran población sin un bien básico.
De ahí que se tomara entonces la decisión de construir cisternas por toda la ciudad. Se trataba de grandes depósitos de agua que se construían en el subsuelo, bien abriendo nuevos huecos o bien aprovechando espacios subterráneos ya existentes, donde almacenar cantidad suficiente de agua que abasteciera las necesidades de los ciudadanos en caso de que por las vías habituales no llegara nada.
Estas cisternas recibieron nombres según en tiempos de quién se fabricaron o según su ubicación. Así, y dado que varias de ellas todavía se conservan, tenemos la Cisterna de Teodosio, la Cisterna de Binbirdirek (cuyo nombre hace referencia a su gran número de columnas) o la más famosa de todas, la Cisterna Basílica.
La Cisterna Basílica o Palacio Sumergido
La Cisterna Basílica recibió tal nombre porque, según la principal teoría, se construyó en los restos de una antigua iglesia. Sin embargo, todo el mundo la conoce por Yerebatan Saray?, su nombre en turco, que significa Palacio Sumergido, y que suena mucho más evocador.
Se construyó en pocos meses durante el siglo VI y abastecía a una importante zona de la ciudad, nada menos que al gran Palacio de Constantinopla y sus alrededores, entre los que podéis encontrar hoy día Santa Sofía. Esta cisterna llegó a estar en uso durante muchos siglos, por lo menos hasta el siglo XV aproximadamente.
A finales del siglo XX, la cisterna se limpió, se reformó y se abrió para las visitas, convirtiéndose en un atractivo turístico más de la ciudad de Estambul. En un principio, los turistas conocían la cisterna montados en una barca, aunque actualmente se hace un recorrido a pie sobre una pasarela de madera, con una música de fondo que induce a la relajación.
Gracias a esta pasarela, y por una entrada con un precio que está en las 20 liras turcas, podéis conocer este curioso lugar de Estambul. Un gran salón con una sucesión de columnas de mármol (más de trescientas), algunas de ellas muy curiosas, como las dos que tienen como base dos grandes bloques tallados con el rostro de Medusa, puestos de lado y del revés para evitar la superstición.
Foto | Flickr – David Berkowitz
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