La casa de Hitler en Braunau am Inn, a debate entre el derribo o su permanencia
En un punto de la frontera entre Austria y Alemania hay una pequeña ciudad llamada Braunanu am Inn. Con menos de veinte mil habitantes, esta ciudad es conocida a nivel mundial porque en ella nació circunstancialmente nada menos que Adolf Hitler.
Adolf Hitler nació en Braunau am Inn y allí vivió solamente tres años.
El padre de este terrorífico personaje histórico trabajaba como agente de aduanas, y constantemente iba cambiando de destino. De ahí el hecho de que el nacimiento de Adolf Hitler en esta localidad austriaca fuera totalmente circunstancial, una casualidad que sin embargo los puso en el mapa de la historia para siempre.
Hitler dejó la ciudad cuando apenas tenía tres años, pues su padre fue destinado a Passau, justo al otro lado de la frontera. Pero ya el nombre de Braunau am Inn iba a quedar ligado por siempre a la historia de este famoso personaje alemán y para el recuerdo. Entre otras cosas porque todavía existe la primera casa en la que vivió durante sus primeros tres años de vida, cuando era simplemente un niño débil y enfermizo.
Dicha casa, de propiedad privada, siempre ha traído de cabeza al gobierno local y al de Austria en general. Al lugar acudían y siguen acudiendo fanáticos que se declaran admiradores de Hitler (que los hay), e igualmente gente de ideología antifascista. Cuando en fechas señaladas acudían ambos grupos en masa, había enfrentamientos y por tanto problemas.
El gobierno de Austria, a base de alquilar la casa a su propietaria, ha intentado darle un uso durante todos estos años, pero esto no ha evitado que la casa se convirtiera en una especie de centro de peregrinación. Así que, al final, parece que la única solución que tienen para acabar con los problemas que les acarrea la casa es la de echarla abajo. Como si fuera esa la única manera de dejar atrás la historia de una vez. La primera intención del gobierno es la de derribar la casa una vez sea de su propiedad
El país ya ha empezado los trámites para hacerse con la casa, por medio de una expropiación ante la negativa de la propietaria a venderla. Y parece que las intención que tienen, una vez el edificio sea ya de su propiedad, es la de derribarla.
Así pues, estamos ante el posible adiós a la casa natal de Hitler, un lugar que, pese a lo que representa este personaje, es de un indudable valor histórico. Si bien, se están valorando otras opciones, como la de transformar completamente el lugar y aprovecharlo para algo que no tenga carácter político, todo con el fin de desmitificar el lugar. Veremos en qué queda la cosa.
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