La catedral de San Esteban
Entre las visitas imprescindibles durante unas vacaciones en Viena hay que incluir la catedral de San Esteban, Stephansdom. Situada en la plaza del mismo nombre, Stephansplatz, en el centro de la capital austriaca, es la iglesia principal de la Archidiócesis de Viena y sede de su Arzobispo. Es más que un monumento religioso, es un símbolo de la identidad austriaca y el emblema nacional.
Según investigaciones recientes, Stephansdom se ubica sobre un cementerio romano del siglo IV. Está orientada al punto de salida del sol del 26 de diciembre de 1137, día de San Esteban y año en que comenzó a erigirse la primera iglesia parroquial románica. Derruida completamente, salvo las partes inferiores de las Torres Paganas, cien años después se reconstruye la iglesia en un románico tardío. El edificio continúo ampliándose en estilo gótico y en el siglo XVII las incorporaciones fueron barrocas.
En Stephansdom destaca en el exterior la torre sur de 137 metros, terminada en una aguja, conocida como Steffi. Se puede subir por una intrincada escalera de caracol para disfrutar de las vistas sobre la ciudad. Al otro lado, la torre norte o Torre del Águila, está construida siguiendo los planos de la primera, y destaca por ser el campanario de la popular campana Pummerín. Fue creada tras fundir los cañones que dejaron los turcos al retirarse en 1683. Posteriormente volvió a ser fundida tras haberse caído en un incendio. En esta ocasión se accede con un ascensor. También es digno de verse el Tejado de los Azulejos, con más de 250.000 piezas, restauradas tras la Segunda Guerra Mundial.
Del interior de la catedral, una planta con tres naves y multitud de capillas, es difícil destacar algo por su impactante belleza. El Púlpito gótico de Pilgram que no es obra de este escultor, los múltiples altares, el Cristo crucificado al que supuestamente le crece la barba, las columnas o las tumbas, todo ello merece un paseo tranquilo por el interior. Las catacumbas contienen miles de restos humanos y el Tesoro Catedralicio muestras de la liturgia desde el siglo XVII.
La Catedral sigue siendo un lugar de culto, está abierta desde las seis de la mañana entre semana, y desde las siete en fin de semana, hasta las diez de la noche sin interrupción. La visita del interior es gratuita aunque se pueden contratar audioguías. Subir a las torres cuesta alrededor de 4-5 euros.
Foto | Flickr-Sangre en el hombro de Palas
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