Cerveza Kwak, cuando el envase supera al contenido

Escrito por: Xavi    27 marzo 2014    2 minutos

A principios del siglo XIX, y con el lógico fin de evitar los robos, los conductores de carruajes tenían prohibido separarse de estos, ni tan siquiera para avituallarse en una taberna. Por suerte para los mesoneros, el ingenio de Pauwel Kwak iba a solventar este problema.

Kwak, un cervecero belga de la época, ideó un soporte de madera que se adhería a los carromatos. En este soporte se podía sujetar perfectamente un vaso especial, ancho por debajo, abierto por arriba, y muy estrecho por el centro, que era la parte que se fijaba al soporte de madera. Y así, un buen carretillero podía disfrutar de una buena cerveza para aliviar la sed tras una fatigoso camino.

Y así es como el continente superó al contenido, como el vaso superó habla cerveza. Porque, tenedlo claro, hoy en día el que se pide una Kwak en una cervecería lo hace por darse el gusto de beber en un vaso tan peculiar, tan especial. No es que la cerveza sea mala, que no estoy aquí para hacer de crítico gastronómico, pero es la realidad.

En España, con tanto amigo de lo ajeno, es raro encontrar vasos de Kwak. Son muy caros, así que es comprensible que no los tengan o que sean reticentes a sacarlos. En Bélgica, sin embargo, es bastante común y para evitar robos se toman medidas curiosas como la de pedir en prenda los zapatos, algo que ya os comenté cuando os hablé de De Dulle Griet, una famoso pub de Gante.

Si decidís tomar una Kwak en alguna cervecería belga, por instinto vais a agarrar el soporte de madera por el asa que tiene, para levantar todo el conjunto y beber. Pues bien, lo estaréis haciendo mal. Para beber bien una Kwak, simplemente, hay que sacar el vaso del soporte, echar un trago, y luego ponerlo de nuevo en su sitio para que se mantenga en pie.

Foto | Flickr – Hannah Webb

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