
El viaje a Marruecos no puede concebirse sin acercarse al mundo salvaje que nunca puede faltar en una visita a África. El interior de este país vecino oculta no pocos tesoros naturales, que aunque tienen cierta presencia humana, en forma de edificios y la inevitable explotación turística, son mucho más naturales de lo que nos puede parecer. Ahora puedes encontrar viajes y vuelo + hotel a precios imbatibles.
Marruecos ofrece a cada turista lo que busca, desde ciudades bulliciosas a la calma y el silencio en el desierto; rutas en 4x4 y paseos por los zocos; planes para mochileros y otros para quienes gustan de viajar lujosamente. El hotel sobre el que hablamos hoy, el Widiane Suites & Spa, es perfecto para quien busca descansar, relajarse y disfrutar en mitad de la nada. Es ideal para una luna de miel de relax y lujo o para recuperar fuerzas a medio camino entre Fez y Marrakech.
La provincia de Azilal, en el centro de Marruecos, se caracteriza por su sorprendente naturaleza y por ser el punto de partida ideal para adentrarse en la cordillera del Gran Atlas. La artesanía, la gastronomía y la arquitectura locales son manifestaciones evidentes del mestizaje arábigo bereber. Los recursos naturales son el principal atractivo de Azilal, con botones de muestra tan impresionantes como las Cascadas de Ouzoud o las Gargantas de Arous.
Para todos aquellos que quieran conocer Marruecos de una manera diferente, alejados del bullicio de las grandes ciudades, una buena opción puede ser recorrer el Valle de Ait Bougmez, situado en la parte central de las montañas del Alto Atlas. Está a unos 200 kilómetros de Marrakech, en el límite oriental de la provincia de Azilal. Para recorrerlo lo mejor es hacer excursiones a pie o en mula ya que no existen carreteras pavimentadas por donde circular y además el paisaje requiere especial atención por su belleza.
Cuando viajas a Marruecos, es obligatorio hacer una visita a las cascadas de Ouzoud. En las cercanías de Azilal, encontramos un paisaje de cuento, las cascadas más espectaculares del norte de África. Creadas gracias a la caída de 110 metros de Oued Ouzoud, un afluente del río Oued el Abid, al que se une más adelante.