En el siglo XVI, el cardenal Hipólito II, gobernador de Tivoli, encargó la reforma de la villa en la que vivía. La idea de este cardenal era hacerse una villa al estilo de la Villa Adriana, la residencia del emperador Adriano en sus momentos de retiro de la ajetreada vida de Roma.
A unos treinta kilómetros de Roma encontramos Villa Adriana, construida para el descanso del emperador Adriano en el siglo II. Parece ser que el emperador romano no acababa de sentirse cómodo en el palacio del Monte Palatino por lo que mandó construir una pequeña ciudad para su disfrute personal a las afueras de Tivoli.