Gastronomía catalana: la tradición «dels calçots»

Gastronomía catalana: la tradición «dels calçots»

Escrito por: Victor Alós    16 febrero 2021    2 minutos

En Tarragona, pero también en el resto de provincias catalanas, la tradición de "els calçots" han convertido este producto en una comida festiva a compartir.

Uno de los grandes placeres de viajar es poder disfrutar de los platos típicos de cada región. España tiene una gran variedad gastronómica y cada una de las provincias tiene características propias que convierten cada viaje en un ensueño para el paladar. En Cataluña encontramos muchos platos típicos, pero el invierno suele estar presidido por un producto que conlleva toda una liturgia a la hora de comer: «els calçots«.

Los «calçots» son cebollas tiernas de una variedad que se recolecta en invierno. Se trata de un auténtico manjar que se disfrutar asado con fuego vivo y que para comer hay que preparar todo lo necesario. Porque lo que importa, como ocurre en muchos de estos platos típicos regionales, es tan importante la manera de comerlo como el propio hecho de hacerlo.

Plato popular catalán calçots

Un plato de fiesta

No es un gran manjar, ni es caro ni requiere de un proceso de preparación complejo, pero disfrutar de «calçots» es motivo de fiesta y celebración. Es un plato para compartir con amigos y familia y es importante prepararlo bien. Primero, hay que hacer el fuego donde se asarán las cebollas. Ni mucho ni poco, el justo para que se ase bien, no quede crudo ni se queme en exceso.

La salsa adecuada para este manjar es la salsa romesco, que al igual que «els calçots» es propia de Tarragona. Esta salsa se elabora con tomate, cebolla, ñoras, frutos secos, pan y aceite, con un poco de almendra y otros productos. Esta salsa no se coloca sobre «els calçots«, sino que estos se mojan en el cuenco de la salsa y se deja que se impregne bien con su sabor.

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Para comerlos, hay que saber hacerlo. Se han de coger del tallo y sujetar la base. Esta suele quedar quemada por la acción del fuego y las brasas. Con la base buen sujeta, se tira hacia arriba y se saca la parte interior, deshechando esas primeras capas quemadas. Luego se sumerge el «calçot» en la salsa romesco y se come inclinando la cabeza hacia atrás y disfrutando de todo el sabor de esta maravilla vegetal.

Y no se come solo, ya que sirve de primer plato del menú. El segundo está compuesto por carne a la brasa, con abundancia de embutidos de cerdo y carne de cordero. Un majar de fiesta para compartir con amigos y familia que forma parte de la tradición catalana y que permite disfrutar de una comida diferente, tradicional y festiva.

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