La Rompida de la Hora de Calanda, una de las tradiciones más intensas de Semana Santa
La Semana Santa se asocia al fervor religioso, ya que en muchas ciudades y poblaciones se celebran las tradicionales procesiones, encabezadas por los cofrades que rinden culto a una gran diversidad de Vírgenes y representaciones de Jesucristo. La seriedad y la veneración son algo que se respira por muchos pueblos y ciudades españoles. Pero además de las procesiones, hay otras maneras de expresar ese fervor religioso, actos que están relacionados con la Pasión de Cristo, pero que se viven de forma diferente.
Uno de estos actos es la Rompida de la Hora de Calanda. Este pequeño pueblo de la provincia de Teruel conmemora la muerte de Cristo el viernes a mediodía con esta espectacular tamborrada, que reúne a cientos de personas que, armadas con tambores, timbales y bombos, esperan a la señal para comenzar a hacer sonar este instrumento de percusión, llenando el pueblo de un ensordecedor clamor que marca el inicio del fin de semana.
En la plaza principal de Calanda se ubica la Casa Buñuel, hasta donde llevan el gran bombo que se utiliza para marcar el inicio de la tradicional Rompida. Ese primer toque, que da inicio a 21 horas ininterrumpidas de estruendo, lo suele dar una persona relacionada con el mundo de la cultura, aunque se suele elegir a alguien del cine, ya que Calanda es la cuna de Buñuel.
Los participantes en esta tradición visten una túnica de color morado y durante todo el tiempo que dura este acto, sus manos sangran y manchan el parche. Calanda forma parte de la Ruta del Tambor y el Bombo, compuesta por otras ocho localidades turolenses. En ellas se celebra la Rompida de la Hora a medianoche del Jueves al Viernes Santo, pero en Calanda se celebra justo al mediodía del Viernes Santo.
La tradición dice que este acto proviene del año 1127, cuando se celebraba la Semana Santa y los cristianos de Calanda la celebraban, sin imaginar que se acercaba una rafia musulmana. Un pastor los vio y comenzó a hacer sonar un pandero a modo de alerta. Otro pastor lo escuchó y transmitió el mensaje, que de pastor a pastor llegó hasta el pueblo y se pudieron organizar para defender la población. Al año siguiente, los pastores se reunieron para conmemorar el suceso e hicieron sonar sus panderos. A partir de ahí, dicen, la tradición ha llegado hasta nuestros días.
Foto y Vís | Wikipedia
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