Burning Man, festival en el desierto de Nevada
Hay una ciudad en los Estados Unidos que sólo existe durante una semana al año. Esta ciudad, llamada Black Rock City, surge en medio de la nada, en el desierto de Nevada, al amparo de uno de los festivales más famosos del mundo: Burning Man. Y luego desaparece de tal modo, como si nunca hubiera estado allí, dejando todo como estaba.
Éste es uno de los aspectos curiosos de este festival cultural que nació a finales de la década de los ochenta y casi de forma espontánea. Sin ningún motivo claro, más allá de una simple expresión artística, un grupo de personas se reunió en una playa de San Francisco, Baker Beach, y le prendió fuego a una estatua de madera que representaba un hombre. De ahí el nombre del evento.
Este extraño ritual, acompañado de una fiesta, se siguió celebrando en el mismo sitio hasta que fue prohibida por las autoridades, debido al riesgo que suponía. Así fue como a principios de los noventa surgió la idea de trasladar el evento a una zona en la que se molestase, a un rincón perdido del desierto y alejados de las grandes ciudades, que ya es el lugar en el que ha quedado establecido definitivamente.
Evidentemente, hubo también problemas de permisos y problemas con colectivos como los ecologistas, pero el Burning Man siguió adelante y sigue hoy en día. Un macro evento cultural con la participación de artistas de todo tipo y que se alarga durante una semana, en la que gente acampa y tiene que subsistir de lo que lleva o de lo que los demás ofrecen, lo que también refuerza el sentido de colectividad en un entorno en el que están completamente incomunicados.
El festival fue creciendo año por año, al punto de haber reunido en sus últimas ediciones a más de setenta mil personas. No es un evento gratuito al que pueda acudir cualquiera, sino que hay que adquirir entrada, y el precio es bastante elevado, rondando los 400 dólares.
De hecho, el festival ha pasado de ser un evento considerado como hippy y contracultural a un evento al que acuden nuevos ricos y snobs a hacer gala de su condición. Para mucha gente, el festival ha perdido ya su encanto ante esta nueva tendencia, pero el éxito del mismo sigue siendo irrefutable y no hay más el número de asistentes y las escasas horas que duran las entradas a la venta.
Foto 1 | Flickr – Aaron Logan
Foto 2 | Flickr – Matt
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