La Ruta del incienso y las ciudades del desierto del Néguev

Escrito por: bgarcia    1 septiembre 2013    1 minuto

Hubo un tiempo en que el incienso era más valioso que el oro. Su traslado desde la Península Arábiga al Mar Mediterráneo fue un floreciente negocio entre los siglos III a.C y II d.C. Al itinerario que seguían las caravanas por Omán, Yemen, Arabia Saudí, Egipto, Jordania, Israel y Palestina se le llamó la Ruta del Incienso, en la lista del Patrimonio de la Humanidad desde el año 2005. La misma consideración recibieron cuatro ciudades nabateas, en el desierto del Néguev, que formaron parte de la mencionada ruta: Avdat, Haluza, Mamshit Kurnub y Shivta.

La ruta completa tenía 2.400 kilómetros, de los que 150 transcurren por territorio israelí. Era un viaje de seis meses con 56 postas, en las que se descansaba y reponían víveres y fuerzas. Fortalezas y paisajes agrícolas jalonaban, junto a estas ciudades, el itinerario de los caravaneros y constituyen un testimonio de aquel gran periodo. En un entorno tan inhóspito como el desierto, se crearon asentamientos humanos, fortificaciones y campos cultivados con sistemas de irrigación extremadamente perfeccionados alrededor del comercio de las especias y, sobretodo del incienso.

A los restos arqueológicos en el Néguev puede llegarse en cualquier tipo de vehículo. Se realizan visitas guiadas que pueden contratarse antes de iniciar viaje o una vez en Israel. La Ruta del incienso propiamente dicha solo es transitable en todoterreno, bicicleta de montaña o a pie. Es una visita especialmente interesante ya que solo allí es posible entender la importancia de esta ruta y las extremas condiciones de vida que surgieron a su amparo.

Vía | Go Israel
Foto | Flickr-Yoav Lerman

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