Orgosolo y su peculiar arte callejero
Había una vez un pueblo en Italia en el que los asesinatos y los secuestros estaban, desgraciadamente, a la orden del día. De hecho, se escribían libros y se rodaban películas sobre los malhechores del lugar, algunos de los cuales llegó a alcanzar bastante fama.
El cuento comienza mal, pero luego se desarrolla para mejor. Porque Orgosolo, y la isla de Cerdeña en general, supo cambiar su historia para bien. Atrás quedaron los tiempos en que se le conocía como el pueblo de los bandidos, ahora estamos en la era del arte callejero, de los famosos murales sardos.
A finales de los sesenta, en pequeños pueblos de la isla se empieza a tomar por costumbre el pintar murales callejeros. Lo que comenzó como una forma anónima de denunciar las injusticias se ha convertido, con el tiempo, en el principal reclamo turístico para conocer la parte menos conocida de Cerdeña, su interior.
De entre los pueblos que más destacan por sus murales está Orgosolo. Es una localidad con apenas cuatro mil habitantes, lejos de la zona turística y sin un gran patrimonio monumental, pero cada pared esconde una obra de arte, llenando de color unas calles que, sin pintura, serían tristes, alicaídas.
Artistas de toda Italia han dejado su impronta en las paredes de Orgosolo. La pintura denuncia dejó paso también a la pintura histórica, pues también se relatan acontecimientos históricos, tanto locales como mundiales, y escenas costumbristas. Todo ello repartido a lo largo de casi doscientas pinturas por el pueblo.
Foto | Flickr – Heather Cowper
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