La estación de Canfranc, una joya en el prepireneo aragonés que se debe visitar
Muy cerca de la población de Jaca, en el prepirineo oscense, se encuentra esta estación de ferrocarril, de imagen modernista. Una estación que evoca a grandes momentos de principios del siglo XX y que ha sido algo más que una simple estación de tren. En su interior se ha vivido grandes historias de espionaje, que han pasado a ser parte de su leyenda y que han servido de inspiración para novelas y películas.
La estación de Canfranc se inauguró en el año 1928, cuando se intentó conectar Huesca con Francia a través de una línea ferroviaria. La construcción comenzó en 2015, tras la I Guerra Mundial y se terminó 10 años después, en 1925. Durante la II Guerra Mundial, su privilegiada situación lo convirtió en punto de paso de oro, piezas de arte y de personas que huían del conflicto, algo que ha ido moldeando su fama en el imaginario popular. Pero Canfranc es mucho más que todo esto.
La estación fue comprada en el año 2013 por el Gobierno de Aragón. El edificio tiene una longitud de 240 metros y una anchura de 12,5 metros y tiene una superficie construida de 9.000 metros cuadrados. Lo que destaca del edificio es la cantidad de ventanas que se pueden ver en el mismo. En la planta baja hay 156 puertas, que cumplen la función de ventanas. En los dos pisos superiores hay 414 ventanas, por lo que en total hay 570 ventanas.
En el año 2021 se inauguró la nueva estación de Canfranc, que tiene la terminal de viajeros ubicada en el interior de hangar Oeste de las instalaciones. El edificio antiguo se ha convertido en un reclamo turístico, en el que los visitantes pueden conocer su interesante historia, desde el momento de la construcción hasta el momento actual.
Las visitas organizadas se pueden contratar desde la página web www.canfrac.es. El precio de la visita es de cuatro euros para los adultos, aunque los niños de 6 a 10 años solo pagan 1,5 euros.
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