Maras, Moray y Chinchero
Para descubrir estas tres poblaciones del Valle Sagrado hay que tomar la ruta que va desde Urubamba hacia Cusco y tomar el desvío al noreste. La primera parada es Maras, un pueblito silencioso con sus casas de piedras talladas que mezclan representaciones andinas, que nos hablan del imperio Inca, y representaciones católicas que cuentan de la ocupación franciscana. Ubicado en una meseta rodeada de montañas verdes y picos nevados su mayor atractivo es su tesoro de sal. Este complejo salinero muestra una obra de ingeniería hidráulica preincaica admirable e imposible de contemplar sin gafas de sol. El agua salada que baja del manantial se almacena en 3000 estanques que cuando el sol evapora el agua quedan rellenos de sal que sacan a pico y pala para luego repetir el proceso.
Alejándonos por el camino de tierra en unos 35 minutos llegamos a Moray aquí podemos visitar sus cuatro imponentes ruinas circulares construidas en depresiones naturales de hasta 30 metros de profundidad, que se caracterizan por sus terrazas concéntricas las cuales funcionaban como invernaderos naturales. Hoy por las noches sirven de escenarios para rituales chamánicos.
Retrocediendo el camino andado y tomando la bifurcación hacia el sudeste llegamos a Chinchero. Conocida como la tierra del arco iris es una de las ciudades incas mas importantes de la región. Al igual que Cusco la colonización se mezcla con la arquitectura originaria a punto de superponerse a construcciones de antiguos templos como es el caso de la Iglesia de Montserrat, del año 1607 alzada sobre la casa del dios Chinchay. Aquí también son famosos los hilados de colores teñidos con productos naturales como flores, hojas y raíces que las tejedoras con sus telares convierten en atractivas prendas ideales como recuerdo de este viaje por el Valle.
Foto | Flickr – Emmanuel Dyan
Fuente | Revista Lugares
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