El Museo de los Fracasos en Helsingborg, Suecia
Normalmente, las compañías más famosas del mundo lo son porque han creado objetos y productos que han funcionado muy bien y que les ha trasladado a la fama directamente. Pero todas tienen (todos tenemos, más bien) cosas que no han funcionado tan bien y que han sido rápidamente olvidados. Y como el mundo de los éxitos tiene ese reverso tenebroso, un ciudadano estadounidense que vive en Suecia desde hace años, ha decidido crear un museo que recoge muchos de esos fallos industriales y comerciales.
Durante años, ha estado coleccionando objetos y productos que estaban destinados a convertirse en revulsivos del mercado y que iban ser un pelotazo que les pondría en la cabeza del mundo empresarial. Pero no fue asi y gracias a este original museo podemos pegar una vista por los inventos, productos y propuestas que nunca llegaron a cuajar en ningún lugar del mundo.
El Museo de los Fracasos está ubicado en Kulturhotellet Södergatan 15, en la localidad de Helsingborg y muestra 50 de esos productos fallidos, coleccionados por Samuel West. Entre las cosas que se pueden encontrar en este museo está la Coca-Cola Blak, que tenía sabor a café para potenciar el efecto estimulante, pero también una cámara digital de Kodak, que data de antes de que se popularizara este tipo de cámaras. Esta cámara podría haber revolucionado el mercado, pero llegó demasiado pronto y fue retirada porque atacaba el negocio principal de la compañía, el del revelado. Se arrinconó y cuando se dieron cuenta de a tendencia, ya era tarde.
También se puede encontrar el famoso boli BIC pensado para mujeres, que fue duramente criticado y que se retiró del mercado con una disculpa del fabricante, junto a otros artefactos tan extraños como el Twitter Peek, un dispositivo que solo servía para consultar Twitter y escribir con él en la popular red social. Y nada más.
Todos estos productos, incluyendo un producto de Apple que supusó un duro golpe para la compañía de Steve Jobs, en la forma de una tablet que servía para tomar notas con un pen en la pantalla táctil, pero que cuando se comercializó no era capaz de reconocer la letra de nadie, están en el museo para mostrarnos que un fracaso no es el fin del mundo y que se puede seguir adelante. Y de paso, echarnos unas risas con ellos.
La entrada cuesta unos diez euros y los niños entre 13 y 18 años entran por la mitad, mientras que los menores de 13 años tienen entrada libre. Una buena opción para visitar durante la visita a Suecia.
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